No cabe duda que esta pandemia ha sido estimulante para la adopción de cambios. Todos nos hemos sentido de una manera u otra, obligados a cambiar nuestra forma de vida, nuestros hábitos, nuestras relaciones personales y hasta la relación con nosotros mismos.
Para las empresas de Catering, el primer cambio de todos, derivó del cuestionamiento sobre la diversificación del negocio. Se sentían cómodos y competentes en lo que hacían, dejando que otros hicieran lo que con las propias capacidades sub-utilizadas, ellos mismos podían hacer.
Se sabe que es una industria caracterizada por su temporalidad y que los días de los eventos son tendientes a efectuarse en los últimos días de la semana. Solo algunos de los banqueteros en general estaban blindados ante una situación como esta, teniendo negocios alternos que en sus estados de resultados compitieran con su core y les aportara una contribución suficiente para poder sobrevivir esta crisis.
Descubro como un segundo gran cambio es el enfoque en las necesidades del cliente y la capacitación a los comerciales en la búsqueda de oportunidades de relaciones comerciales más a largo plazo entregando una oferta de valor adecuada a esta nueva realidad. Es decir, dar un servicio más personalizado y empático con las necesidades y las inquietudes de los clientes. Lo vivido por nuestra empresa y en nuestra vida, muy probablemente lo han vivido nuestros clientes sociales y corporativos.
El tercer cambio, es la atención sin tolerancia a la limpieza y el orden en la producción y operación del servicio. Las certificaciones que puedan obtener dentro de la industria son ahora recursos invaluables y están trabajando por obtenerlos. Esto afecta porque cambia el modo de aprender a hacer las cosas.
Los directores de las empresas están involucrándose a fondo en todos y cada uno de los procesos básicos del negocio, están reforzando las marcas, modernizando la imagen y trabajando con los colaboradores clave.
El resultado de esto, es tener estructuras más ligeras y flexibles que puedan responder de manera rápida ante cualquier circunstancia. Inclusive, equipos resilientes y capaces de adaptarse casi de manera inmediata a los nuevos cambios. El gran aprendizaje sin duda, es el replanteamiento de la austeridad entendida como el mejor uso de todos los recursos. No hay cabida para el despilfarro y cada inversión será analizada para que, en el corto y mediano plazo, se obtengan los mejores resultados.
Por último, todos nos hemos acercado o reconciliado con la tecnología, aprovechado su uso, utilizándola para la diversificación del negocio, asociando nuestros procesos con empresas con experiencia y tecnología probada.
Esta vez no hemos tenido la necesidad de buscar un estímulo de cambio, 2020 nos lo ha traído sin preguntar siquiera si queríamos hacerlo. Puede que no para todos… pero para muchos, este estímulo, ha cambiado la forma de ver los negocios.